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La Humillación Militar: cayeron militares de élite a manos del CJNG




El derribo de un helicóptero del Ejército el viernes 1, en Jalisco, no impactó a un simple cuerpo militar que “realizaba reconocimientos”, como informó la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ese día. En la aeronave viajaba un Grupo de Fuerzas Especiales: una unidad de élite entre las unidades de élite. Se trataba de la agrupación conocida en el medio castrense como “el GAFE (Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales) del Alto Mando”.
Por: Proceso Edición No. 2010
Ciudad de México,-NARCOVIOLENCIA-El Cártel de Jalisco Nueva Generación golpeó, pues, no sólo una aeronave militar, sino a lo más granado de las fuerzas especiales, es decir, a los soldados entrenados en las academias más prestigiosas del mundo, lo mejor de lo mejor de las Fuerzas Armadas, según jefes militares consultados por Proceso.


El GAFE del Alto Mando realiza las operaciones de enorme riesgo e impacto, mientras que otros cuerpos especiales o agrupamientos de las diferentes armas (caballería, infantería, artillería, etcétera) prestan apoyo táctico en acciones coordinadas.

Esa unidad suele ser la encargada de capturar a los grandes capos del crimen organizado y tiene la capacidad para enfrentarse a escoltas que poseen un inmenso poder de fuego. Inclusive, en ocasiones ha sido enviada a detener a integrantes del Ejército que han cometido delitos pero que son queridos y apoyados por las tropas. Su fama es tal que cuando oficiales y jefes de otras fuerzas especiales hablan de ellos, lo hacen con una mezcla de miedo y admiración.

Pocos saben quiénes integran el grupo, y el Ejército jamás ha divulgado los operativos en los que participa.


De acuerdo con las fuentes militares consultadas, el GAFE del Alto Mando sólo responde al comandante supremo de las Fuerzas Armadas, es decir, al presidente de la República, así como al secretario de la Defensa y al comandante del Cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército y Fuerza Aérea Mexicana, el general Miguel Ángel Aguirre Lara.

Aguirre fue quien pronunció el discurso de homenaje a los militares que murieron en la Operación Jalisco. El acto se realizó en la explanada de la Fuerza Especial de Reacción, en el Campo Militar No. 1-A.

Hasta entonces, los comunicados de la Sedena no aludían a la condición de soldados de élite de los 18 elementos que iban en el helicóptero derribado. Fue precisamente en ese encuentro cuando Aguirre lo reveló, al dirigirse a Enrique Peña Nieto:

“Como comandante del Cuerpo de Fuerzas Especiales del Ejército y Fuerza Aérea, y en representación de quienes con honor y lealtad vestimos el uniforme de la República, agradecemos su presencia en esta ceremonia de homenaje a nuestros compañeros caídos.”

La formalidad de la ceremonia revela la significación del grupo afectado: Asistieron Peña Nieto y los 10 miembros de su gabinete, incluidos los secretarios de la Defensa y de Marina. El acto fue inaccesible para la prensa y ni siquiera se dejó entrar a personal de la logística presidencial. Tan cerrado fue el encuentro que ni siquiera le dieron acceso al Centro de Producción de Programas Informativos Oficiales (Cepropie), que documenta todas las actividades públicas del mandatario.

En los boletines y fotografías difundidos por la Presidencia de la República la noche del miércoles 6 se evitó revelar la identidad de los caídos y sus allegados. Al contrario de lo que ocurre con todas las actividades militares oficiales, de las que se difunden imágenes sin alteración alguna, en las que distribuyeron alusivas al homenaje no se mostraron rostros de soldados ni de las familias en duelo. Los que aparecían se difuminaron.


Esto tuvo una razón de ser: el 16 de diciembre de 2009, el grupo FES de las Fuerzas Especiales de la Marina Armada de México –agrupación entrenada por el Comando Norte estadunidense– acribilló al capo Arturo Beltrán Leyva, El Barbas, en Cuernavaca. En la operación murió el marino Melquisedec Angulo Córdova.

La Marina, que había exhibido el cuerpo de Beltrán Leyva con los pantalones abajo y dinero encima, honró públicamente al marino de élite muerto. La consecuencia fue que un comando, presuntamente de Los Zetas, llegó al domicilio de la familia del militar, en Paraíso, Tabasco, y asesinó a tiros a su madre, dos hermanos y una tía.

Desde entonces, ningún soldado o marino de élite había recibido un homenaje, mucho menos encabezado por el presidente. A diferencia de lo ocurrido con Melquisedec, esta vez no se difundieron nombres ni datos personales de las víctimas.

El mismo 1 de mayo, la Sedena emitió un comunicado en el que informó que el helicóptero Cougar matrícula 1009 que resultó derribado realizaba “reconocimientos aéreos”. Presentó el ataque casi como una eventualidad que ocasionó un “descenso de emergencia”.

La versión se mantuvo en los comunicados posteriores. Sin embargo, el martes 5, el periódico El Universal publicó una fotografía de los restos calcinados del helicóptero, distribuida por la agencia Cuartoscuro: Había pasado algo más grave que un “aterrizaje de emergencia”.

Pese a la evidencia, ese día los boletines oficiales sólo informaron que los tres militares reportados como desaparecidos estaban en realidad muertos, con lo que en ese momento se llegaba a un total de seis soldados de élite fallecidos.

En ningún comunicado se volvieron a mencionar las tareas que realizaban los tripulantes y el resto del personal. Los militares consultados por este semanario –entre ellos, comandantes de Fuerzas Especiales– explicaron que el GAFE del Alto Mando no realiza vuelos de reconocimiento, pues sus operaciones son de alta precisión, con soporte de inteligencia y apoyo logístico por tierra y aire.
Inclusive detallaron que los tres soldados que originalmente fueron reportados como desaparecidos en realidad habían bajado a rappel del helicóptero Cougar –que estaba suspendido en el aire y no desplazándose–, y que se preparaba el descenso del resto del personal para continuar la operación, presuntamente para capturar a Nemesio Oseguera, El Mencho, líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación.

Hasta el cierre de esta edición, no se había reconocido oficialmente la presencia de las Fuerzas Especiales en el helicóptero ni se habían difundido datos técnicos y periciales sobre el ataque.

A los habitantes de Villa Purificación, Jalisco, les amaneció temprano el viernes 1. El relampagueo de las metralletas y su traca traca los llenó de pánico. Unos se protegieron como pudieron y alcanzaron a observar la nube negra y las llamas que envolvieron al helicóptero militar derribado por miembros del Cártel de Jalisco Nueva Generación. “Fue un encontronazo”, comentan los lugareños al corresponsal de Proceso. Otros aseguran haber visto cuando militares recogieron a muertos y heridos. Al cierre de esta edición se hablaba de 18 fallecidos en la refriega, entre ellos ocho sicarios.
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El viernes 1, cuando aún no amanecía, un convoy de 10 camionetas con gente armada que venía de la Resolana (Casimiro Castillo) bordeó por una brecha para evitar pasar por esta cabecera municipal. Los vehículos entroncaron en La Cruz y pasaron por Villa Vieja con las luces apagadas. Eran las 6:30 horas.

Al último, un poco retrasada, venía una unidad sobre cuya cabina asomaba una especie de cañón, bazuca o lanzagrandas, medio tapado con una manta.

Varios helicópteros rugían en el aire. Minutos después se oyó un estruendoso tronido de metralla que disparaba de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo. Algunos lugareños se atrevieron a asomarse por las ventanas de sus viviendas, sorprendidos por el relampagueo de los disparos.


Un vaquero cabalgaba por un camino aledaño. De pronto, dice, vio una bola de humo en el aire, luego vino el desplome de un helicóptero que, oscilante, cayó a menos de dos kilómetros delante de Villa Vieja al parecer  envuelto en llamas.


En otro lado, el asustado esposo mueve a su mujer y le ordena: “¡Despierta, m’ija que algo está pasando! Oye cómo está la tracatiza. Es como una persecución a balazos. ¡Levántate!, aunque sea para pedirle perdón a Dios por si nos toca… No sabe uno!”.

–¡Uf! Y yo que creía que iban uno o dos camiones descompuestos, destartalándose por la terracería para abajo –le responde la esposa.

–¿No escuchaste antes: ¡Pum!, un estruendo muy fuerte primero? Fue como un bombazo ensordecedor. Escucha el pas, pas, pas, el tra, tra, tra y el traca traca…

“Así se escuchaban los balazos –explica al reportero–,  como de distintas armas pesadas calibres y hasta uno que otro bombazo”.

–¿Acaso no oyes? –le dije a mi esposa.
–¡Claro que sí, y tengo muchísimo miedo!
–¿De veras no escuchas?
–¡Sí!

Luego vivieron los vuelos rasantes de helicópteros que apenas libraban las ramas de las rosas moradas, los cuastecomates, los habillos, los mojotes (capomos), las parotas y cuanto árbol hay en el perímetro entre Villa Vieja, Rancho Nuevo, Paso Real y Los Achiotes.

Segundos después, uno de ellos casi se cae sobre las casas. “Nos hizo saltar de la cama a mi esposa y a mí. Las gallinas comenzaron a cacarear en la lima que está ahí”, dice al tiempo que apunta a la sombra del arbolado en el hirviente mediodía costero.

“Tuvimos que salir de la casa porque creíamos que el aparato oscuro nos iba a caer encima… Y también a ver lo que pasaba, pegados a la pared y a la camioneta. Nomás veíamos, entre los claros de la arboleda, la lumbre de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo”, cuenta mientras mira hacia la loma, al pie del Cerro de las Burras, a unos dos kilómetros de Villa Vieja, donde cayó el Cougar.

De dos helicópteros artillados que daban vueltas y vueltas a baja altura, los habitantes de las rancherías sólo miraban las ráfagas. Una familia se refugió en un solo cuarto y ahí estuvo entre hora y media o dos horas, hasta que todo quedó en silencio, pero los helicópteros siguieron sobrevolando por mucho rato después del enfrentamiento, levantando heridos y muertos.

“También dos avionetas aparecieron poco después del encontronazo, dando vueltas allá arriba”, acota otro entrevistado.

Durante la refriega, pasaron por aquí, a toda velocidad, dos camionetas particulares repletas de civiles rumbo a Villa de Purificación o hacia otros poblados, brechas o escondites de esa gente que conoce bien la zona. En la terracería, según vieron más tarde, quedaron tiroteadas siete u ocho unidades de los “malosos”.

“Ya después, con el esplendor del sol, brillaban cientos, miles de casquillos”, comentan los campesinos.

Uno de ellos relata: “Como a las tres de la tarde del viernes 1 otro helicóptero pasó sobre aquellos habillos y aterrizó en esa lomita donde se ven esos matorrales o pastura. Desde aquí –no más de cien metros en línea recta–, me quedé viendo. Bajaron varios soldados. Como a gatas comenzaron a arrastrarse para recoger dos cadáveres”.

Otro más platica que casualmente pasó cerca de donde cayó el helicóptero del Ejército. Se quedó mudo al ver tanto muerto.

Un vendedor ambulante que caminó temprano por el lugar donde se desató la balacera fue obligado por los sicarios, a punta de pistola, a llevar a sus compañeros hasta San Miguel. Después lo dejaron sano, dice.

El Ejército tomó el área

Después de la batalla, la zona quedó solitaria durante casi 24 horas. El fuselaje del helicóptero permaneció humeante por un buen rato y muchas de sus partes quedaron esparcidas en un área de 250 metros. Luego llegó el Ejército y montó tres campamentos en el entorno, lo que impide el paso hacia las estribaciones del Cerro de los Burros, donde cayó la aeronave. El lugar “está asegurado por la PGR y hay que preservar evidencias”, comenta al reportero un mando militar.

–Pero a algunos medios se les permitió acercarse, corroborar datos, tomar fotografías –se le comenta.
–Sería la Secretaría de la Defensa la que se las entregó –responde.

En tanto, en cumplimiento de la orden superior de capturar a como dé lugar al líder del Cártel de Jalisco Nueva Generación, Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, el municipio está tomado por el Ejército. En las entradas y salidas hay retenes y decenas de soldados bien pertrechados en tanquetas. Asimismo, camiones, camionetas y vehículos blindados recorren las calles y las carreteras vecinales.

En algunos retenes –también los hay en el lugar cercano  adonde fue derribado el helicóptero– se revisan de manera exhaustiva los autos de los lugareños. En otros, las revisiones son aleatorias, sobre todo a los que salen de esta cabecera municipal.

Aparte de Villa de Purificación, la mayor fuerza militar se concentra particularmente en los municipios de Autlán con la parte de la Sierra de Manantlán que le corresponde, y Unión de Tula. Y aunque en estos lugares las revisiones son más ocasionales, hay varias unidades militares terrestres.

En la región hay poco más de 30 unidades de combate que fueron transportadas en 16 tarimas de tráileres entre el miércoles 6 y el jueves 7 desde temprano. Se trata de los blindados ligeros Panhard VCR de tres ejes o 6X6, de origen francés, dotados de metralleta automática y proyectiles antitanque y de los Sandcat, fabricados en Estados Unidos.

No obstante, cuando unidades artilladas y tropa se internan en las montañas o hacen recorridos, en las áreas urbanas grupos de jóvenes rondan desafiantes por la zona: algunos colocan mantas, sobre todo en la región Costa Sur.

El jueves 7, en Autlán, apareció una con el siguiente mensaje: “Esta manta es para los guachos. Queremos que se retiren de Autlán. Tienen este mes para largarse. De lo contrario, actuaremos en su contra. Mataremos a cada militar que veamos en la calle”. Firman: El 24, El 7, Japo y Vaquero.
Días antes, el lunes 4, jóvenes de secundaria y preparatoria empezaron a difundir en las redes sociales un mensaje atribuido al Mencho:

“Buenas tardes a toda la población del estado de Jalisco. Con estas palabras les hago hacer mi sentir y pedirles unas disculpas a toda la ciudadanía, yo simplemente estoy defendiendo mi vida, el gobierno quiere hacer ver que están trabajando para cumplir con el compromiso que tienen con el cartel los Z para que ellos obtengan la plaza Jalisco. Pero aquí mismo les hago saber yo NEMECIO OSEGUERA que yo y mi empresa CJNG peliaremos con todo; les pido nuevamente a todo el pueblo una disculpa, los cuidaremos con el corazón. ATT. EL MENCHO CARTEL NUEVA GENERACION CJNG”.

El martes 5, en la reunión del Gabinete de Seguridad federal encabezada por el titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, el general de división Miguel Gustavo González Cruz, comandante de la V Región Militar y encargado de la Operación Jalisco, dijo que el propósito es apaciguar la entidad, capturar al Mencho y acabar con el CJNG.

La operación empezó el viernes 1. La víspera, tropas del Ejército habían ubicado al capo en esta región costera, donde, según versiones locales, tenía un laboratorio de drogas sintéticas y explotaba clandestinamente un mineral cerca del lugar donde fue derribado el helicóptero militar.

La persecución generó los narcobloqueos del Día del Trabajo. El domingo 3, en algunas partes más aisladas del sur de la entidad, en Palo Blanco, municipio de El Grullo, también hubo incidentes similares aunque sin incendio de autos.

Por cierto, en el tramo San Buenaventura-Apulco, municipio de Tonaya y Tuxcacuesco, respectivamente, de la  carretera Autlán-Ciudad Guzmán, se contabilizaron nueve narcobloqueos; en algunos casos los vehículos incendiados estuvieron hasta la tarde del domingo 3.

Al cierre de esta edición, se contabilizaban 18 muertos: ocho sicarios y el resto militares y policías federales; ninguno había sido identificado.

Tras las primeras acciones de la Operación Jalisco, encaminada a  capturar al Mencho, nadie menciona si se cumplió el objetivo. La gente sigue sorprendida por la cantidad de narcobloqueos del viernes 1 y el día siguiente para captura al líder del CJNG, quien, dicen, se le ha escapado a las autoridades federales en tres ocasiones.
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