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Verdadera historia de Chuy y Mauricio del corrido de Los Canelos


En el asiento de atrás va la muerte planeando quedarse con el dinero y decidió asesinarlos. Chuy quedó al lado derecho y Mauricio al otro lado.


Es el corrido de Chuy y Mauricio, dos jóvenes que fueron asesinados en Estados Unidos, y por lo que hoy su pueblo natal, El Chilar, San Ignacio, es famoso.


El corrido en su honor suena más fuerte que nunca.

Ellos nunca pensaron que el 8 de agosto de 2003, en Paramount, California, sus vidas terminarían con balas destinadas para ellos.

"Otra tumba en San Ignacio y dos familias llorando, faltan dos admiradores a Los Canelos de Durango que en bromas y borracheras Álvaro los ha extrañado..."

Hoy la familia niega que lo que se canta sea verdad, y que sobre todo estén fuera de la pobreza.

El corrido. Este es el primer corrido compuesto y cantado por el grupo Los Canelos de Durango, el cual sonó, pero con poca aceptación.

No fue hasta que el cantante "El Potro de Sinaloa" comenzó a cantarla cuando su fama comenzó.

Hoy es cantada tanto por chicos como por grandes y de las más pedidas en las presentaciones que realiza este cantante. Es sin duda un exitazo en la voz de este artista sinaloense.

Hoy sus corridos son tarareados por muchos, sobre todo cuando se encuentran tomando alcohol.

La realidad. Consuelo González Peña y Francisco Reyes Sánchez, padres de Jesús Reyes González, por primera vez rompen el silencio y dicen su sentir y la verdad.

Chuy partió a los 17 años de edad al país vecino y murió a los 22 años.

En memoria de este suena fuerte en todas las radios los corridos y son vistas las películas que relatan la historia de ambos muchachos. "Pero todo es una vil mentira" señalan los padres de Jesús, ya que nada se asemeja a la realidad.

Ante esto su madre señaló sentir tristeza ya que tanto los corridos como las películas no reflejan la realidad. "Los que cantan sólo ven su beneficio y nosotros, que somos los padres de Jesús, vivimos en la mera pobreza" agregó.

Asimismo hizo mención a las películas en donde supuestamente relatan parte de su vida, señalando que los empresarios, al igual que los artistas, sólo se llenan las bolsas de dinero y lo único que venden a la gente son mentiras.

"Nosotros nunca hemos visto las películas porque nos han dicho que sólo se dicen groserías, además de que no reflejan la realidad de las cosas. Para haber hecho una película de la vida de mi hijo y de Mauricio debieron haber venido con nosotros, pues ¿quién más que sus padres para conocer la verdadera historia? Se aprovechan de la ignorancia de nosotros para manchar su recuerdo, son unos embusteros que sólo quieren dinero."


Señaló nunca haber recibido la visita de nadie de los que tocan estos corridos.

"Nunca se me han arrimado, la casa en la que vivo es prestada, mi marido y mi hijo no tienen trabajo, y conste que los corridos los han hecho famosos. Estos se escuchan hasta en los celulares y en ocasiones cuando yo ando en la calle me toca escucharlos en las casas, en los carros, en todas partes, y se me hace un nudo en la garganta."

La migración. Señaló que Mauricio González García era hijo de uno de sus hermanos. "Yo lo crié, a él lo dejó su madre, él se fue muy chico al otro lado porque allá está su padre, él allá quedó sepultado".

Álvaro dijo que este también era su sobrino y que fue con él con quien comenzó a trabajar Chuy al llegar a California. Entre llantos relatan cómo fue que Chuy decidió irse al otro lado. "Esto sucedió con la venida de Bonifacio González, un pariente, a San Ignacio. Me lo alborotó, le dijo que allá iba a ganar dinero, le dijo que se fuera a la frontera y que él le iba a pagar al 'coyote'... nada más me lo alborotó y al final no le cumplió. Mi hijo sufrió mucho para pasar".

"Me dijo un día antes: 'Mamá yo me quiero ir de aquí, quiero ir a buscarle a la vida, aquí sólo hay pobreza, ya ve que nos venimos de El Chilar, allá menos hay futuro. Sembrando frijol, maíz, cuidando las vaquitas nunca la vamos a hacer, yo me voy a ir para que nada le haga falta, le voy a mandar dinero, se lo prometo."

Antes de irse pidió prestado mil 500 pesos a su padre, y con todas las fuerzas que le permitió el momento del adiós abandonó su pueblo para nunca volver. Doña Consuelo cayó en cama por tres días, y al final de estos recibió la llamada de su hijo que ya estaba en California.

En su llamada, Chuy le dijo: "Cuídese, no se me olvida mi promesa de trabajar para mandarle dinero, ya sabe que para eso me vine".

Al trabajo duro estaba acostumbrado, continúa su madre, pues en El Chilar era como todos, puro trabajar bajo el sol, campeando las reses, sembrando frijol y maíz.

"Chuy tenía sólo 15 años cuando nos venimos, aquí sólo duró dos años viviendo."

Agregó que se tuvieron que venir de su pueblo natal por la violencia. Dijo sentir nostalgia enorme y piensa que el haberse venido a la cabecera municipal fue la causa de que su hijo hubiera decidido irse al otro lado.

Hace una pausa y prosigue para relatar su muerte.

"Según me contaron ese día que le dieron muerte llegó a la casa Álvaro y Mauricio. Ahí estaba mi hijo, Juanito y otro de sus primos. Dicen que primero invitó a Juanito a que lo acompañara a un negocio y este le dijo que estaba cansado. Después invitó al otro primo y tampoco quiso ir. Fue cuando invitó a Chuy y este al principio se negó, ya que acababa de echar un piso en la casa de Álvaro y estaba muy cansado, pero al final accedió.

"Después se fueron. Mauricio iba manejando, él era el de la droga, al menos eso es lo que yo sé, pero a lo que nosotros sabemos los hijos de Mauricio (los cuates) platicaron que en alguna parte estos traían dinero producto de la entrega de la droga y alguien los escuchó, y fue cuando este les pidió 'raite' para matarlos y quedarse con el dinero, pero nunca se supo quién había sido."

El desenlace. Consuelo continuó que después de eso Álvaro fue el que le dio aviso. "Me dijo lo que había pasado, él realizó todos los trámites para que me lo mandaran, 15 días duró el traslado. Esos días fueron para mí una eternidad. Al final fuimos a recogerlo al aeropuerto de Mazatlán, lo velamos aquí en San Ignacio, y pues ya descansa en el panteón municipal."

Dijo que el automóvil 300 del corrido supuestamente era de Chuy y que este lo estaba pagando, pero dice que ella no se come esa versión, era mucho carro para él.

Con palabras entrecortadas dice que lo único que le enviaron de él fueron sus cobijas, algo de ropa, un par de sábanas, una almohada y un reloj, la cadena de oro que trae puesta en la fotografía se la quedó Álvaro. "Él me dijo que si me la mandaba o que si prefería que se quedara con ella como recuerdo, y yo le dije que se la quedara ya que él había hecho los gastos para enviármelo. También para ello cooperó la familia".

En cuanto a Mauricio dijo que este era el nieto más consentido de su padre. También dijo que estaba por casarse con una mujer de Sonora. "Para eso me mandó pedir que le sacara su acta de nacimiento y su fe de bautizo, mismas que aún conservo pues ya no vino por ellos, creo que a ella le quedó un hijo".

El último contacto. Por último dice recordar la última conversación que tuvo con su hijo, que fue días antes de su muerte, pues él pensaba regresar en diciembre de ese mismo año a festejar su cumpleaños, que era el 25 de diciembre. Para esto le dijo: "Mamá, ya quiero ir a verla, la extraño, quiero pasar unos días con ustedes, ya ve que no tengo papeles, pero me voy a arriesgar, quiero que me compre un puerquito y que mi papá vaya a El Chilar a traerme camarones, vamos a hacer una fiesta, quiero que estemos todos juntos."


Y así fue, relata su padre. "Me fui al pueblo y le traje sus camarones, se los guardé en el refrigerador. También teníamos listo el puerquito, pues él quería hacer una gran fiesta, pero ya no pudo ser pues me lo mataron, me lo mandaron en un cajón."

El corrido de Chuy y Mauricio

"Fue en un carro de la Chrysler, un automóvil 300, se subieron Chuy y Mauricio, felices y muy contentos, cómo iban a imaginarse que los bajarían ya muertos. Fueron 400 libras de mota que habían soltado, jugaban con el destino, miren cómo les pagaron, le dieron raite al contrario y les pagó con balazos. En el asiento de atrás va la muerte planeando quedarse con el dinero y decidió asesinarlos. Chuy quedó al lado derecho y Mauricio al otro lado. Otra tumba en San Ignacio y dos familias llorando, faltan dos admiradores a Canelos de Durango que en bromas y borracheras Álvaro los ha extrañado. Rancho El Chilar, Sinaloa, ya no volverás a verlos, que toquen vida mafiosa el grupo de Los Canelos si en vida fuimos alegres, brindemos por los recuerdos".
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